No quiero comer galletas pero…
“No quiero comer galletas, pero las compro para mis hijos y me las acabo comiendo.”
A priori parece que esto solo puede venir de un mal padre pero lo cierto es que lo escucho a diario en boca de padres que se preocupan de sus hijos.
¿Como puede ser?
– Hilo –
Porque no se han parado a pensar en lo perversa que es esta afirmación y en el daño que puede hacer a sus familias.
Simplemente eso. Falta de análisis.
👉 Así que, voy a analizar los prejuicios que esconde esta excusa y destilar algunas lecciones que podemos aprender ↓
1er. prejuicio.
→ La obesidad es un problema individual.
Inconscientemente seguimos pensando que “el que está gordo es porque se lo merece”.
La obesidad es un problema individual y quien quiera adelgazar, “que lleve más cuidado”.
En realidad, la obesidad es sobretodo un problema del entorno.
No somos seres aislados que tomamos decisiones 100% libres sino que vivimos condicionados por el ambiente nutricional que nos rodea.
De hecho, estos padres están siendo víctimas del entorno:
no quieren comer galletas pero se las encuentran en casa y acaban cayendo en la trampa.
El ejemplo perfecto de ambiente obesogénico.
LECCIÓN 1.
No eres libre para elegir lo que comes sino que depende de tu entorno.
Tú eres el entorno de tus hijos y ellos son el tuyo.
Si quieres comer mejor, recuerda que tú eres el responsable de controlar el entorno y que todos en casa deben contribuir.
2º prejuicio:
→ “Está muy flaco, puede comer lo que quiera y no engorda”.
En cuestión de salud y alimentación, no todo es el peso.
De hecho, el peso es bastante secundario en comparación a “la calidad de la dieta”.
Puede ser que tu hijo de 8 años coma chocolate a diario y no engorde pero ¿de verdad crees que no le hace daño?
Aunque ahora no lo veas, estás plantando una semilla envenenada que aumentará su riesgo de obesidad y enfermedades relacionadas.
LECCIÓN 2.
La comida basura sigue siendo basura y por tanto perjudicial independientemente del peso de quien la coma.
Los niños parecen a salvo pero solo en apariencia.
3er prejuicio.
→ “Comen muy bien, solo algún extra de vez en cuando”.
Esto suena genial, pero a veces las apariencias engañan y en realidad están comiendo más porquerías de lo que parece: cumpleaños, visitas de los abuelos, fines de semana, días especiales…
Mucho ojo.
Y además tenemos el tema educativo.
No solo debe preocuparte lo que come o deje de comer tu hijo sino la educación que le estás dando para el futuro.
Vale que un niño sea casi inmune a patología relacionadas con el sobrepeso pero hay que recordar que un niño obeso será un adulto obeso.
Y ahí las enfermedades no perdonan.
LECCIÓN 3.
El “de vez en cuando” falla más que una escopeta de feria.
Además, no solo debe preocuparte lo que coman sino su educación nutricional.
Hacerles entender lo que es comida y lo que es basura tendrá más efecto en su vida que simplemente darles más verdura.
4º prejuicio.
“Es que si no les doy galletas, ¿que les doy?
Esta objeción es simplemente una falta de recursos.
Estamos tan acostumbrados y es tan fácil comer basura que hemos olvidado que existen virtualmente infinitas alternativas.
Por suerte, es uno de los problemas más fáciles de resolver. Solo necesitas buscar y probar nuevas ideas para ir ampliando tu abanico de opciones saludables.
Y si metes en tu rutina la “búsqueda y captura de ideas saludables”, en poco tiempo sabrás más que @JulioBasulto_DN 😉
LECCIÓN 4.
“Un clavo saca otro clavo”.
Busca y aprende alternativas saludables para cubrir esos momentos en los que habitualmente elegías la vía rápida del procesado.
Te costará más esfuerzo que abrir un paquete de donuts, pero la recompensa valdrá la pena.
5º prejuicio.
→ “Pobrecito, no quiero privarlo de ese placer”.
Esta objeción la llamo “el mundo al revés”.
Piensan que están haciendo daño a su hijo al privarlo de un veneno cuando en realidad le hacen daño al dárselo.
Y cuando digo daño, es daño de verdad.
Ya no hablo de vivir menos años sino de vivir peores años.
Lo he dicho en otras ocasiones, la obesidad quita muchísima calidad de vida y, obviamente, nadie quiere eso para sus hijos.
Y como sé que esto sucede simplemente porque no te has parado a pensarlo, te lo recuerdo en este hilo.
Además, que no compres basura alimentaria no significa que no puedan comerla en situaciones realmente especiales.
Al no comprarlo, lo único que haces es aplicar un método de control: eliminarlo de tu ambiente diario.
Pero no por ello les privas de probarlo. Simplemente limitas el número de oportunidades.
LECCIÓN 5.
No compres basura alimentaria y reducirás los riesgos nutricionales de tu entorno.
Con esto no estarás privando a tus hijos de nada, simplemente estarás reservando los caprichos para momentos realmente especiales.
CONCLUSIONES
Creo que justificar una mala dieta por culpa de tus hijos es simplemente una cuestión de prejuicios.
Ningún padre sensato puede seguir dando basura a sus hijos si analiza a fondo su propio excusa.
Si eres padre, espero haberte convencido.
Si eres profesional, espero haberte dado argumentos para discutir con tus pacientes.
Y seas quien seas, todo aporte será bienvenido, espero tu comentario.
¿Te ha resultado útil? 🔁 RT el primer tuit para que llegue a más gente!
Y si quieres más hilos como este, sígueme en @masendocrino o suscríbete a mis microensayos por mail → masendocrino.com/listavip
¡Gracias por leer!